"Todo fluye y refluye; todo tiene sus periodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve, como un péndulo; la medida del movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación". El Kybalion.
Las observaciones sobre la periodicidad de ciertas conductas es algo observado desde la antigüedad. Ya Hipócrates, en el siglo V antes de Cristo, prestaba una gran atención al carácter rítmico con que se presentaban ciertos trastornos, recomendando hábitos corporales regulares. También en la actualidad se ha comprobado el efecto nocivo de los horarios y de una forma de vida irregular sobre la salud.
En cuanto a los ritmos biológicos, estos se clasifican en función de su periodicidad. Aquellos que se repiten con una periodicidad inferior a las veinticuatro horas se denominan ultradianos (por ejemplo, el ritmo del latido del corazón, los ritmos de actividad cerebral, el ritmo de la respiración, etc.) Se denominan circadianos los ritmos con periodicidad de unas veinticuatro horas de duración, como es por ejemplo el ciclo sueño-vigilia. Si su periodicidad es superior a un día de duración, se trata de los ritmos infradianos, como es el caso del ciclo menstrual de la mujer.
¿Será cierto que existen tres ciclos invariables que gobiernan la vida física, emocional e intelectual de cada persona? ¿Podríamos acaso mejorar el rumbo de nuestra existencia si los tomáramos en cuenta?
Siempre hay una acción y una reacción, una elevación y una caída, se manifiesta en el hombre, los animales, vegetales, minerales, en la energía, en las fuerzas, en la mente y en la materia, en todos los fenómenos del Universo.
La noche sigue al día y el día a la noche, las estaciones van del verano al invierno y de este a aquél, átomos y moléculas oscilan. No hay reposo absoluto o cesación de movimiento. Todo movimiento participa del ritmo y esto se aplica a cualquier cuestión o fenómeno de la vida, esto se aplica a los ritmos internos del ser humano, es la oscilación rítmica que obra en el seno de los procesos mentales, emocionales y físicos.
En el momento del nacimiento, un bebé sufre un cambio súbito y drástico tanto en su ambiente como en sus procesos internos. En cuanto es cortado el cordón umbilical, comienza a existir como individuo independiente. En ese momento, los tres relojes internos se encuentran en cero y comienzan su cuenta. Los biorritmos o ritmos biológicos son ritmos naturales que se repiten en intervalos regulares de tiempo (23, 28 ó 33 días). Cada uno de estos ciclos a su vez se divide en dos, medio ciclo de actividad positiva y medio ciclo de actividad negativa. Además el primer día y el día central de cada ciclo son conocidos como los días críticos o momentos más inestables donde las capacidades varían ampliamente desde muy bajas a muy altas.
El ciclo físico o “masculino” tiene una duración de 23 días con dos mitades de once días y medio cada una. Durante la primera mitad del ciclo alcanzamos las mejores condiciones físicas (coordinación, fortaleza, resistencia física), encontrándonos en nuestra mejor forma durante el quinto o sexto día. Durante el segundo medio ciclo, descendemos para recargar nuestras pilas y recuperarnos de los esfuerzos realizados durante la primera mitad.
El ciclo emocional o “femenino” tiene una duración de 28 días e influye en los estados emocionales (amor-odio, optimismo-pesimismo, pasión-frialdad, depresión-entusiasmo, etc.). Durante la primera mitad del ciclo disfrutaremos de días de optimismo, creatividad y bienestar seguido por el descenso y recarga de la segunda mitad del ciclo. Durante este periodo es probable que tengamos ideas negativas, que nos irritemos con facilidad y que experimentemos “días malos”. Durante los días centrales de este ciclo aumenta la posibilidad de sufrir accidentes.
El ciclo intelectual tiene una duración de 33 días e influye en el rendimiento intelectual (memoria, atención, capacidad de razonamiento, etc.). En los primeros dieciséis días y medio nos ofrece pensamiento lucido, buena memoria y mente alerta; le sigue el periodo de menor actividad intelectual y menor eficacia. Se aconseja no tomar decisiones importantes durante estos días.
El conocimiento de los biorritmos nos ofrece la posibilidad de mejorar nuestra vida cotidiana, al tomar en cuenta los altibajos de nuestro estado físico, emocional e intelectual.
Hay muchos trastornos que tienen una presentación o agravamiento periódicos. Por ejemplo, la alopecia (pérdida del cabello) se presenta o agrava durante la primavera, al igual que la úlcera gastroduodenal. En la depresión suelen confluir dos tipos de ritmos biológicos: uno circadiano, por el cual las personas que padecen una depresión se encuentran más abatidas por la mañana que durante la noche, como si fuesen mejorando de estado de ánimo según avanza el día; y otro de tipo estacional que hace que en muchas ocasiones la enfermedad aparezca o se agrave durante determinadas estaciones del año, sobre todo durante la primavera y en menor medida durante el otoño. El mayor número de suicidios registrados durante el período primaveral se relaciona con la mayor incidencia de la depresión durante esta época.
Otro proceso que acompaña a los cambios estacionales naturales es el síndrome afectivo estacional humano (SAD) que es una especie de hibernación humana caracterizada por cambios de humor, cambios de duración del sueño, aumento de ingesta y peso, etc.
Intentemos pues, adaptarnos todo lo que nos sea posible a nuestros ritmos internos para obtener, de esta forma, una mejora en nuestra existencia.
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